Taller de Lectura

Taller de lectura

Bienvenidos padres de familia:
El propósito de espacio es guiarlos para que ayuden a nuestros niños a iniciar su vocación lectora y para animar y orientar a los propios niños que, en los espacios privilegiados de la familia y la escuela, inician sus primeras lecturas.

Los seres humanos a lo largo de la vida adoptamos muchas caras, muchos vestidos: podemos ser hijos y a la vez ser padres, abuelos, hermanos . . . También nos disfrazamos de estudiantes, profesionales, jubilados . . . Podemos ser ociosos o trabajadores, sanos o enfermos, alegres o tristes, ricos o pobres y muchas vestiduras más que dependerán de la edad, del momento en que nos encontremos, de nuestra historia personal o de nuestros sueños. En cualquiera de estas circunstancias desde que aprendemos a leer sin necesidad de tener una gran fortuna, un sitio especial, unas cualidades específicas tenemos la suerte de poder rodearnos de libros, de leer libros para vivir mejor nuestras vidas.

Este es uno de los objetivo de este espacio: que los padres tengan una herramienta para ayudar a sus hijos a disfrutar del inmenso privilegio que supone convertirse en lectores asiduos y placenteros, que la lectura sea una actividad normal en el ámbito familiar. Por eso se ha intentado evitar los términos académicos y los conceptos que identifiquen la actividad de leer con una carga o un deber.

Objetivos del taller
  • Mejorar la calidad y comprensión lectora,
  • Crear un clima positivo, ameno, sutil y favorable hacia la actividad de la lectura que “se deje notar” en todos, tanto como en la escuela y también a nivel familiar,
  • Reconducir los periodos de ocio y entretenimiento de nuestros alumnos hacia las actividades de lectura, (reduciendo el tiempo de tv, de calle, de aburrimiento, etc)
  • Tomar conciencia de la importancia de los libros como fuente de entretenimiento y de información
  • Aprender a valorar, respetar y cuidar el material bibliográfico personal, de la Biblioteca, de la escuela etc.
¡Hemos de leer a los niños, leer con los niños, leer para los niños. Y sobre todo, tener tiempo para que los niños lean!

Para crear buenos lectores, buenas lectoras,
¿Qué se puede hacer?
  1. Dar ejemplo
  2. Escuchar
  3. Compartir
  4. Proponer, no imponer 
  5. Acompañar 
  6. Ser constantes 
  7. Respetar
  8. Pedir consejo
  9. Estimular, alentar
  10. Organizarse

1.- Dar ejemplo:
Las personas adultas somos un modelo de lectura para los niños.
Leamos delante de ellos, disfrutemos leyendo
Debemos leer delante de los niños: solos y acompañados, en situaciones distintas
y con finalidades diferentes. Podemos aprovechar cualquier situación de la vida cotidiana para despertar la curiosidad de los niños por todo tipo de texto escrito: literario, funcional y de información o consulta. Es conveniente mostrarles y comentar con ellos qué es cada texto, para qué sirve y cómo leerlo. Mientras leemos, debemos verbalizar lo que pensamos, lo que interpretamos y en qué nos fijamos para ello.

2.- Escuchar.
Prestemos atención a las preguntas de los niños sobre la escritura, incluso antes de que empiecen a aprender formalmente a leer y a escribir. Encontrar una respuesta para sus dudas es muy fácil: contestemos, no tratemos de "explicar"
o de "enseñar" a leer. Con nuestras explicaciones, los niños irán aprendiendo mucho sobre la lengua escrita y sobre los escritos que usamos habitualmente.
De esta forma, descubrirán también las historias más apasionantes creadas por la literatura.

3.- Compartir
El placer de la lectura se contagia leyendo ¡untos.
Leamos cuentos, contemos cuentos.
Con la lectura en voz alta y con los relatos orales estamos invitando a niños
y niñas a descubrir los mundos maravillosos creados por la literatura.
Debemos proporcionarles la ocasión de conocer la lengua que aparece
en los escritos, cómo se escribe y qué lenguaje van a encontrar en los libros.
La práctica de la lectura requiere un clima agradable, relajado.
Cuando surjan problemas de comprensión, si es necesario, adaptemos lo que leemos haciéndonos entender, siempre que no alteremos el texto. Es importante seguir apoyando a los niños cuando crecen, buscando nuevas formas para orientarles y acompañarles en su formación como lectores.

4.- Proponer, no imponer.
Es mejor sugerir que imponer.
Evitemos tratar la lectura como una obligación.
El camino de la sugerencia siempre será mejor que el de la obligación.
Siempre podremos establecer complicidades con los niños.
La lectura debemos presentarla como una manera divertida, emocionante, de ocupar el tiempo libre. No enfrentemos lectura con el resto de las actividades de tiempo libre, incluida la televisión. Veamos formas de que la televisión también nos lleve a los libros. Debemos aprender a escucharles e interesarnos por sus gustos literarios, tratando de estar atentos a sus preferencias y a su evolución como lectores.

5.- Acompañar.
El apoyo de la familia es necesario en todas las edades.
No los dejemos solos cuando aparentemente saben leer.
No abandonemos a los niños en su esfuerzo permanente por comprender los textos. Cuando se conocen las letras, aún no se sabe todo sobre la lectura.

Con el diálogo podemos ofrecer ayuda para comprender la historia. Leamos con ellos. A los niños les puede gustar tener apoyo cercano, tener oyentes. Es importante que se sientan seguros. Debemos seguir estando atentos a las dificultades que puedan encontrar los adolescentes.

6.-Ser constantes.
Todos los días hay que reservar un tiempo para leer.
Busquemos momentos relajados, con buena disposición para la lectura.
La única manera de favorecer el hábito de la lectura es poniéndolo en práctica. Reservemos un tiempo de lectura todos los días. Busquemos los momentos propicios, en los que el cansancio no impida a los niños estar despejados, curiosos, ante el libro. No ocupemos todo su tiempo libre con otras actividades. Dejemos tiempo para leer. Una buena forma de mejorar la calidad de vida de nuestros hijos está en la lectura. No lo olvidemos.

7.- Respetar.
Los lectores tienen derecho a elegir.
Estemos pendientes de sus gustos y de cómo evolucionan.
Conocer los gustos de niñas y niños y ser conscientes de que las preferencias cambian en función de numerosas circunstancias. Respetarlos y estar en disposición de proponer otras opciones, sin forzar ni intentar modificar sus preferencias de manera brusca. Contrastar nuestras sugerencias con los profesionales: bibliotecarios, profesores, libreros y otros medios de información especializada. Conocer su ritmo, los momentos en los que nuestras sugerencias pueden ser mejor acogidas.

8.- Pedir consejos.
El colegio, las bibliotecas, las librerías y sus especialistas
serán excelentes aliados. Hagámosles una visita.
Acudir a las librerías y a las bibliotecas puede ser una actividad interesante para hacer por las tardes, los días de fiesta, en vacaciones...

Desde pequeños, podemos familiarizar a los niños con su funcionamiento. Con nuestro ejemplo y con la ayuda de los especialistas aprenderán lo esencial para manejarse en ellas. Las bibliotecas, las librerías, organizan numerosas actividades de animación a la lectura. Tengámoslas en cuenta. La biblioteca del colegio de los niños puede ser un buen recurso. Pidamos información sobre posibles formas de participación. Tomemos la iniciativa

9.-Estimular, alentar.
Cualquier situación puede proporcionarnos motivos para llegar a los libros. Dejemos siempre libros apetecibles al alcance de los niños.

Cualquier acontecimiento familiar o experiencia de los niños puede servirnos para acercarles a los libros. Podemos buscar numerosas disculpas para regalar libros, más allá de las fechas tradicionales. Para acertar en nuestras sugerencias, debemos estar al día de las preferencias de niñas y niños, así como sobre la publicación de novedades interesantes. Consultemos a los especialistas. No siempre es necesario comprar libros para poder leerlos: hagamos uso de los servicios de préstamo intercambiemos libros entre familias próximas.

10.- Organizarse.
La desorganización puede estar reñida con la lectura.
Ayudémosles a organizarse: su tiempo, su biblioteca...
Debemos ayudar a los niños, a las niñas, a ser ordenados con sus cosas, con su tiempo. Ellos se fijan y aprenden de nosotros. Hay que ser flexibles: la rigidez excesiva puede ser contraproducente. No se trata de imponer el orden por el orden, sino de hacerles ver que la organización está en función de su bienestar y de su aprendizaje. Podemos buscar formas de organización sencillas para sus cosas, para sus libros. Utilicemos criterios que ellos puedan entender. "Para qué sirve cada libro" puede ser un buen principio de organización. Con los mayores deberemos seguir insistiendo en estos principios. Una forma de organización algo más compleja de la propia biblioteca será más adecuada para estas edades (por autores, por materias, por series...).